Fuente: Biografia y vidas:
Diseminada en miles de versos ha quedado para la
posteridad la biografía, íntima y pública, secreta y militante, del gran
poeta chileno Pablo Neruda. Nos legó además la crónica de sus días
agitados y viajeros en unas líricas memorias tituladas Confieso que he vivido,
y sobre su figura han escrito numerosos amigos del escritor, su
apasionada viuda Matilde Urrutia y centenares de críticos e
historiadores.
La abrumadora personalidad de este
hombre de credo comunista, resuelta y tozuda hasta el sacrificio por
todo aquello en lo que creía, estalla en su obra con un aliento vital
que apenas deja entrever las muchas tribulaciones y las muchas horas
sombrías que hubo de atravesar. Para algunos que lo conocieron,
especialmente para aquéllos que compartieron con él la lucha contra la
miseria y la opresión de los pueblos, Pablo Neruda gozó del carisma
excepcional de aquellos elegidos a quienes encaja como un guante la
palabra ejemplaridad; pero para la mayoría de los lectores que no
gozaron de la fortuna de su abrazo, el poeta será siempre aquel
personaje tímido, invisible y agazapado que se ocultaba tras los
barrotes horizontales y tenues de sus lindas canciones de amor.
Pablo Neruda
Nacido
en 1904 en Parral con el nombre de Ricardo Eliecer Neftalí Reyes
Basoalto, Neruda se sintió durante toda su vida profundamente enraizado
en su tierra chilena pese a haber llevado una existencia de viajero
incansable. Su madre, Rosa Basoalto, murió de tuberculosis poco después
de dar a luz, y su padre, conductor de un tren que cargaba piedra, José
del Carmen Reyes Morales, se casó dos años después con Trinidad Cambia
Marverde, de quien Neruda escribiría: "Era una mujer dulce y diligente,
tenía sentido del humor campesino y una bondad activa e infatigable".
Para el pequeño Neftalí fue su nueva madre como el hada buena; tuteló al
muchacho con una solicitud incluso mayor que su auténtico padre, con
quien, en su adolescencia, no tardaría en mantener graves disputas.
Residiendo
en Temuco, ingresó en el Liceo de la ciudad en 1910, y cuando aún no
había salido de esta institución, el 18 de julio de 1917, pudo leer
emocionadamente en un periódico local, La Mañana, el primero de sus
artículos publicados, que tituló "Entusiasmo y perseverancia". Para
entonces había tenido la suerte de conocer a una imponente señora,
"alta, con vestidos muy largos", que no era otra sino la célebre poetisa
Gabriela Mistral, quien le había regalado algunos libros de Tolstoi,
Dostoievski y Chéjov, decisivos en su primera formación literaria.
No
obstante, su padre se oponía abiertamente a que siguiera esta vocación,
de modo que cuando el 28 de noviembre de 1920 obtuvo el premio de la
Fiesta de Primavera de Temuco, el joven poeta ya firmaba sus poemas con
seudónimo, un ardid para desorientar a su progenitor. El nombre elegido,
Neruda, lo había encontrado por azar en una revista y era de origen
checo; no sabía que se lo estaba usurpando a un colega, un lejano
escritor que compuso hermosas baladas y que posee un monumento erigido
en el barrio de Mala Strana de Praga.
Cuando concluye
sus estudios en el Liceo pasa a Santiago para seguir la carrera de
profesor de francés en el Instituto Pedagógico, pero continúa preparando
libros de versos. Al poco tiempo se vincula a la revista Juventud de la
Federación de Estudiantes, donde toma contacto con el movimiento
anarquista y, en particular, con uno de los líderes del grupo,
formidable y valeroso, llamado Juan Gandulfo. En 1922, habiendo trabado
una buena amistad, que se revelaría fecunda y duradera, con el director
de la revista Claridad, se incorpora a su redacción, y así comienza a
escribir como un poseso hasta cinco poemas diarios. Al año siguiente
edita a sus expensas su primer libro de poemas, Crepusculario.
Para
poder pagarse esta publicación, Pablo Neruda, por entonces un joven
ávido de lecturas y de vida, extravagante y delgado, vestido a lo poeta
bohemio del siglo XIX con un traje negro, debe vender sus muebles,
empeñar el reloj que le ha regalado su padre y recibir la ayuda in extremis
de un crítico generoso. Este último, un tal Allone, se prestó a saldar
la deuda cuando el editor se negó a entregar un solo ejemplar antes de
que estuviera satisfecha completamente la factura.
Neruda y Nicolás Guillén en el Aula Magna
de la Universidad de La Habana (1960)
Crepusculario
fue en realidad una miscelánea de otros proyectos, una reordenación
precipitada de poemas que inmediatamente dejaron insatisfecho al autor. A
partir de entonces Neruda se entregó, con más ahínco si cabe, a la
confección de otro libro, éste sí, orgánico y mucho más personal, que
terminaría publicándose en 1924 con el título Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Diplomático por Asia
A
partir de esta época la politización de la poesía de Neruda será
progresivamente mayor y, paralelamente, su vida se verá enfrentada a
adversas circunstancias económicas. De momento, al abandonar sus
estudios, su padre le retira toda ayuda material, por lo que abraza la
esperanza de conseguir algún cargo diplomático. Sin embargo, todo lo que
obtiene en 1927 es un oscuro y remoto destino consular en Rangún,
Birmania.
Allí, en aquellas tierras fantásticas,
"entre hombres que adoran la cobra y la vaca", conoció Pablo Neruda a la
tan bella como peligrosa Josie Bliss, una nativa que sin embargo vestía
a la manera inglesa. Tras visitar en su compañía los más exóticos
rincones de aquellas tierras, se trasladó a vivir a casa de ella, pero
pronto la muchacha trocó su dulzura en celos, y la vida de la pareja se
hizo intolerable. "Sentía ternura hacia sus pies desnudos", escribió el
escritor, pero también contó cómo Josie le escondía las cartas y cómo,
en una ocasión, se despertó sobresaltado y la encontró vestida de
blanco, al otro lado del mosquitero, tenebrosa, blandiendo un cuchillo
mortífero y sin determinarse a asestar el golpe fatal: "Cuando te mueras
se acabarán mis temores", balbuceó con amargura la mujer enferma.
Asustado,
Pablo Neruda no tardó en huir de aquella situación que cada vez se
volvía más amenazante, y cuando recibió un telegrama en el que se le
comunicaba su traslado a Ceilán, preparó el viaje en el más absoluto
secreto y se marchó sin despedirse, abandonando en el desolado hogar de
Josie sus ropas y sus libros.
Ejerció durante un año
de cónsul en Colombo (Ceilán, actual Sri Lanka) y en 1929 fue trasladado
a Singapur. Su inquietud por las culturas indostaníes y la política lo
llevó a asistir al Congreso Panhindú, celebrado en Calcuta en 1929. En
1930, Pablo Neruda se casó con María Antonieta Hagenaar, una joven
holandesa con la que regresó a Chile dos años después y que le dio una
hija, Malva Marina, el 4 de octubre de 1934. Ese mismo año, y tras haber
conocido a Federico García Lorca en Buenos Aires, se trasladó a España
para hacerse cargo del consulado chileno en Barcelona. En España
desarrolló una intensa actividad cultural y conoció a poetas de la
generación del 27 como Miguel Hernández, Luis Cernuda, Vicente
Aleixandre o Manuel Altolaguirre.
Neruda en España
Su
integración en aquel Madrid pletórico de pasiones políticas se
acrecentó al año siguiente, pues en febrero de 1935 se hizo cargo del
consulado de Chile en la capital española. En Madrid apareció aquel año
la revista literaria Caballo Verde para la Poesía, dirigida por el
poeta. También allí dio a la imprenta una de sus obras más célebres, Residencia en la Tierra, y conoció a su segunda esposa, Delia del Carril.
La
trayectoria española de Neruda tomó tintes dramáticos cuando el 18 de
julio de 1936 dio comienzo la terrible guerra civil que enfrentó a "las
dos Españas". Uno de los primeros hechos sangrientos de aquella lucha
fue el fusilamiento de Federico García Lorca. Abandonó la península
Ibérica en pleno conflicto bélico y se dirigió a París, desde donde
participó activamente en actos de solidaridad con la República y el
pueblo español. Tras su regreso a Chile, en 1937, prosiguió su actividad
combativa con la publicación de España en el corazón.
En
1938, Ediciones Ercilla dio a la luz una recopilación de sus obras.
Aquel año falleció su padre en Temuco y poco después, su madrastra. En
octubre triunfó en las elecciones generales chilenas el Frente Popular.
Mientras, en Cataluña, se editaba España en el corazón.
La
Guerra Civil española concluyó en 1939 con la derrota de los
republicanos. Neruda solicitó, y obtuvo, el nombramiento de cónsul para
la inmigración española. Con la idea de ayudar en lo posible a los
derrotados, viajó a París y desde allí organizó una expedición de
españoles a bordo del vapor Winnipeg que llegó a Valparaíso a finales de
año. El poeta regresó de nuevo a Chile en 1940, cuando ya había
comenzado la Segunda Guerra Mundial, pero permaneció poco tiempo en su
país, pues en agosto se incorporó a un nuevo destino diplomático, el
consulado general de Chile en México. Desde allí viajó a Cuba. En 1942
publicó América, no invoco tu nombre en vano, que después fue incorporado al Canto general; ese año sufrió la pérdida de su hija, Malva Marina, que falleció en Europa.
Política, exilio y reconocimiento
A
partir de 1946, su actividad política se desarrollaría en su propia
patria, donde fue elegido senador de la República por las provincias de
Tarapacá y Antofagasta. Ese mismo año obtuvo también en Chile el Premio
Nacional de Literatura, pero no tardarían en complicársele las cosas
cuando hizo pública su enérgica protesta por la persecución
desencadenada contra los sindicatos por el presidente González Videla.
La lectura ante el Senado de su alegato Yo acuso motivó que se
ordenara su detención y sólo gracias al refugio que le ofrecieron sus
allegados logró Neruda evitarla y salir del país el 24 de febrero de
1949.
Durante el tiempo en que estuvo oculto preparó otra de sus obras mayores, Canto general,
que, aparte de distribuirse clandestinamente en Chile, se editará en
México en 1950 con ilustraciones de los grandes muralistas Siqueiros y
Diego Rivera, poco antes de que se le conceda, junto a Picasso y al
poeta turco Nazim Hikmet, el Premio Internacional de la Paz. Comienza
entonces un doloroso destierro, cuya tristeza apenas puede ser enjugada
por los numerosos homenajes, calurosas recepciones e importantes
galardones con que se reconocen sus méritos como poeta y como hombre
íntegro. En 1951 inició un viaje por Italia, país en el que fijó su
residencia al año siguiente. En Capri escribió Las uvas y el viento.
Después de un viaje por Europa, al ser revocada su orden de detención
en Chile, pudo regresar a su casa en agosto del 1952. Su retorno fue
motivo de múltiples homenajes públicos. En este periodo difícil del
destierro había venido en su auxilio una mujer, la que sería su
compañera hasta su muerte: Matilde Urrutia.
En Italia con Matilde Urrutia
Los
años siguientes fueron de permanencia en Chile. Organizó en Santiago el
Congreso Continental de Cultura, al que acudieron notables
personalidades como Diego Rivera, Jorge Amado y Nicolás Guillén. Dictó
conferencias en la Universidad de Chile, institución a la que hizo
donación de su biblioteca personal. Esta relación con la Universidad dio
origen a la creación de la Fundación Neruda para el Desarrollo de la
Poesía. En su vida privada fueron tiempos agitados, pues se separó en
1956 de Delia del Carril para unirse sentimentalmente con Matilde
Urrutia, que fue a vivir a su nueva casa, La Chascona. Sus obras seguían
apareciendo a buen ritmo, con publicaciones intermitentes, en Buenos
Aires por Losada y en Santiago por Nascimento: Viajes, Nuevas odas elementales y Oda a la tipografía, entre otras. En 1957 Losada publicó sus Obras completas en papel biblia y, en los años sucesivos, Cien sonetos de amor, Tercer libro de las odas y Navegaciones y regresos. En 1958 aparece editada otra de sus obras más notables, una de las preferidas del poeta, Estravagario. "Por su irreverencia (escribió Neruda) es mi libro más íntimo".
El incansable viajero sintió de nuevo la llamada de Europa y en 1965 se trasladó a ese continente, donde recibió nuevos honores. La Universidad de Oxford le nombró doctor honoris causa en Filosofía y Letras. En Hungría se entrevistó con Miguel Ángel Asturias. En 1966 viajó a Estados Unidos invitado a la reunión del Pen Club. Realizó ese año una interesante incursión en el arte dramático con su obra Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, que fue estrenada en Santiago en 1967 por el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile.
La
vinculación de Neruda con la política tuvo su punto culminante en el
año 1970, cuando el Partido Comunista lo designó candidato a la
presidencia de Chile, pero el poeta no dudó en renunciar para dar todo
su apoyo a Salvador Allende, a quien secundó decididamente en su campaña
electoral. Llegado al poder el gobierno de Unidad Popular en 1970,
recibió el nombramiento de embajador en París.
Neruda con Salvador Allende y su
biógrafo, Volodia Teitelboim
En
1971, Pablo Neruda se convirtió en el tercer escritor latinoamericano y
en el segundo chileno que obtenía el Premio Nobel de Literatura, pero
su encumbramiento literario no le impidió continuar activamente en la
defensa de los intereses chilenos. En Nueva York, aprovechando la
reunión del Pen Club, denunció el bloqueo estadounidense contra Chile.
Tras renunciar a su cargo de embajador en Francia, regresó a Santiago,
donde fue pública y multitudinariamente homenajeado en el Estadio
Nacional.
En la cúspide de la fama y del
reconocimiento también lo esperaban horas amargas. En 1973, el 11 de
septiembre, fue sorprendido por el golpe militar contra el presidente
Salvador Allende. Profundamente afectado por la nueva situación, no pudo
resistir la tragedia y el 23 de septiembre murió en Santiago. El mundo
no tardó en enterarse, entre la indignación, el estupor y la impotencia,
de que sus casas de Valparaíso y de Santiago habían sido brutalmente
saqueadas y destruidas. Sus funerales se desarrollaron en medio de una
gran tensión política. Tras su muerte vieron la luz los poemarios que
había escrito antes de morir: Jardín de invierno, 2000, El corazón amarillo, Libro de las preguntas, Elegía y Defectos escogidos, todas ellos editadas por Losada en Buenos Aires en 1974. En Barcelona apareció su última obra, la autobiografía Confieso que he vivido.
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